Fue una pena no poder encontrarme con Bill Cunningham en
la gran manzana pero no pude dejar visitar su lugar de trabajo, el New York
Times y su antigua vivienda Carnegie Hall. Aunque este último estuviera en obras
se seguía respirando un ambiente creativo con el que sus antiguos habitantes lo
impregnaron.
La City es impresionante, iría sin cansarme todos los años. Siempre
cambiante y en constante evolución, aprendes y ves cosas nuevas que te inspiran.
Impresiona que sea un lugar en el que puedes encontrar lo último de lo
último y prácticamente hacerte con cualquier cosa que se te antoje, pero que al
mismo tiempo sea una ciudad con instalaciones, muchas veces rudimentarias y
antiguas. Por otro lado, y no me matéis por esto, tiene los vagabundos mejor
vestidos del mundo haciendo frente al duro invierno neoyorquino, en el que la mayoría
de yanquis se visten con trapos caros de la 5th avenue. Y como no, también tenemos
Brooklyn, la meca del hispterismo y el moderneo neoyorquino con su Flea market.